El dueño se enfadó y le dio con la fusta hasta que volvió al camino. El desconocido no se divisaba. Algo más allá, de nuevo, el personaje de blancas vestiduras con la espada en la mano les impedía el paso. Para evitarlo la burra se echó a un lado, pero eso hizo que la pierna del hombre rozara la pared. Balaam se enfadó de nuevo y castigó con el látigo a la burra. Siguieron caminando pero el camino se iba estrechando más y más. Y. de nuevo, apareció el hombre de las vestiduras blancas y, ahora, no había prados para desviarse; el camino estaba flanqueado por rocas. ¡Balaam se pararía! – pensó la burra de nuevopero ahora tampoco parecía haber visto ni al hombre ni a la espada. ¿Qué haría? A pocos metros del desconocido y viendo que su amo seguía empujándole hacia delante, sin desviarse ni a derecha ni a izquierda, Hara tomó la determinación de dejarse caer, sólo que en su caída arrastró debajo a Balaam. ¡Como se enfadó éste! Se levantó como pudo y empezó a pegarle ciegamente a la burra, la cual tiraba hacia atrás intentando desprenderse de su amo al tiempo que profería sonoros rebuznos. Hara vio al desconocido que contemplaba a la escena y que empezó a extender hacia ellos su espada. Entonces la burra rebuznó aún más fuerte; pero entonces su rebuzno cobró sentido a los oídos de Balaam. -¿Porqué me pegas?- parecía decir la burra- ¿No te he servido durante años sin quejarme? ¿No te he dejado que me cargues y que me lleves de un lugar a otro? ¿No te ayudé en tus viajes? Y ahora ¿no ves que te estoy librando de un peligro cierto? Balaam se quedó sorprendido. ¿Cómo podía entender a una burra? Pero todo lo que creía entender ¿no era verdad? Y de pronto vio lo que hasta entonces había estado escondido para él. Vio al desconocido y a su espada y entendió el mensaje. Desde el primer momento Dios no quería que maldijera a su pueblo pero como él no parecía entender usó a la burra Hara. Balaam acarició a la burra y lentamente se retiró hacia atrás, dejando que ésta anduviera al paso, eso sí, con las espaldas doloridas por la injusticia de su amo. Y ahora, ya me diréis si la burra no fue mucho más lista que su amo. De la misma forma, siempre hemos de preguntar en cualquier circunstancia qué nos quiere enseñar o mostrar Dios que no vemos a simple vista.
jueves, 24 de marzo de 2016
La Burra de Balaam y La Guerra Espiritual
El dueño se enfadó y le dio con la fusta hasta que volvió al camino. El desconocido no se divisaba. Algo más allá, de nuevo, el personaje de blancas vestiduras con la espada en la mano les impedía el paso. Para evitarlo la burra se echó a un lado, pero eso hizo que la pierna del hombre rozara la pared. Balaam se enfadó de nuevo y castigó con el látigo a la burra. Siguieron caminando pero el camino se iba estrechando más y más. Y. de nuevo, apareció el hombre de las vestiduras blancas y, ahora, no había prados para desviarse; el camino estaba flanqueado por rocas. ¡Balaam se pararía! – pensó la burra de nuevopero ahora tampoco parecía haber visto ni al hombre ni a la espada. ¿Qué haría? A pocos metros del desconocido y viendo que su amo seguía empujándole hacia delante, sin desviarse ni a derecha ni a izquierda, Hara tomó la determinación de dejarse caer, sólo que en su caída arrastró debajo a Balaam. ¡Como se enfadó éste! Se levantó como pudo y empezó a pegarle ciegamente a la burra, la cual tiraba hacia atrás intentando desprenderse de su amo al tiempo que profería sonoros rebuznos. Hara vio al desconocido que contemplaba a la escena y que empezó a extender hacia ellos su espada. Entonces la burra rebuznó aún más fuerte; pero entonces su rebuzno cobró sentido a los oídos de Balaam. -¿Porqué me pegas?- parecía decir la burra- ¿No te he servido durante años sin quejarme? ¿No te he dejado que me cargues y que me lleves de un lugar a otro? ¿No te ayudé en tus viajes? Y ahora ¿no ves que te estoy librando de un peligro cierto? Balaam se quedó sorprendido. ¿Cómo podía entender a una burra? Pero todo lo que creía entender ¿no era verdad? Y de pronto vio lo que hasta entonces había estado escondido para él. Vio al desconocido y a su espada y entendió el mensaje. Desde el primer momento Dios no quería que maldijera a su pueblo pero como él no parecía entender usó a la burra Hara. Balaam acarició a la burra y lentamente se retiró hacia atrás, dejando que ésta anduviera al paso, eso sí, con las espaldas doloridas por la injusticia de su amo. Y ahora, ya me diréis si la burra no fue mucho más lista que su amo. De la misma forma, siempre hemos de preguntar en cualquier circunstancia qué nos quiere enseñar o mostrar Dios que no vemos a simple vista.
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